LOGOPEDIA EN ATENCIÓN TEMPRANA


Hablar es una actividad que la mayoría realizamos de manera natural y sin esfuerzo. Sin embargo, bajo esa sencilla habilidad se esconden un gran numero de procesos perceptivos, motrices y mentales muy complejos.
La comunicación implica un doble proceso: por un lado, la codificación que el emisor hace de las ideas en palabras y la producción de dichas palabras, y por otro, la recepción de las palabras y la decodificación de las mismas en ideas que realiza el receptor.
Los niños con dificultades en su desarrollo presentan problemas en el proceso de codificación, en el de descodificación o en ambos al mismo tiempo. Es decir, presentan problemas en el lenguaje expresivo y/o en el lenguaje comprensivo. La presencia de estas dificultades hace necesaria una intervención temprana específica del lenguaje que forma parte del programa global de intervención del niño.
El desarrollo
Los bebés vienen dotados de un conjunto de estrategias que favorecen la proximidad y atención preferente a sus padres. Éstos le prestan sus palabras, dan significado a sus gestos y expresiones, le acompañan a descubrir los límites de su cuerpo con cada caricia, acompañan con palabras sus vivencias diarias. Y es en este marco en el que el bebé aprende la dinámica recíproca de la comunicación. Una vez que conoce las reglas de la comunicación, son las continuas y afectuosas interacciones las que estimularán la comprensión del mundo y al mismo tiempo la del lenguaje que diariamente se le dirige.
Los avances en la comprensión, junto con la práctica (hablar) y los cambios en los procesos de la alimentación, mejoran el habla. Aunque, evidentemente, el niño aprende a hablar, hablando. De ahí la importancia de la estimulación comunicativa de su entorno.


La intervención
Desde el inicio de la Atención Temprana, un bebé va a dar muestras de comunicación que van a ser respondidas y trabajadas en el contexto de su intervención global, induciéndolas, modelándolas y reforzando cada una de ellas  desde los primeros intercambios.  Llega un momento en el desarrollo del niño, en el que su interés por los objetos y las personas está plenamente establecido. De manera simultánea van desarrollándose otros importantes precursores del lenguaje como son: la noción de objeto permanente (los objetos y personas siguen estando en su mente, aun cuando ya no están al alcance de su vista), el interés por otros y la habilidad de imitarlos y lo más importante, la necesidad de expresarse. Su intención comunicativa está en pleno auge evolutivo.

En este momento se produce la valoración que determinará el momento del desarrollo comunicativo lingüístico en el que se encuentra el niño y las principales necesidades dentro del área de comunicación y lenguaje. Entre los objetivos fundamentales de  dicha intervención destacan por orden: la comunicación, el lenguaje y el habla.
La metodología
La intervención logopédica comprende desde las orientaciones más naturalistas, que usan estrategias de simplificación y concreción de la conversación y siempre sensible a las necesidades de cada niño, a las acciones más programadas y sistematizadas, que imponen la práctica de ejercicios dirigidos a contenidos determinados, a nivel de léxico, fonológico, sintáctico o pragmático. De igual manera, en la intervención logopédica se reforzarán las bases de la comunicación para enriquecer el lenguaje compresivo, que finalmente impulsará una mejora del lenguaje expresivo. 
El desarrollo de la comunicación, el lenguaje y el habla del niño con síndrome de Down es un camino largo y a menudo más lento de lo deseado.  Este proceso no debe desalentarnos, especialmente si pensamos en que la gran mayoría de las personas con síndrome de Down llegan a hablar y comunicarse con más o menos precisión.
Edurne Ortiz De Ubina 

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